O carnaval (Parte II)
O carnaval (Parte II)

O carnaval (Parte II)

Volvemos de Santa Teresa a las tres de la tarde. Detonados. Igual yo querría salir de nuevo, hay otros bloques en el programa para hoy. Me tiro una siesta y estoy listo para rumbear de nuevo. Según la aplicación del carnaval hay un bloque cerca de Copacabana. Intento convencer a Ale y Donk, pero los chicos no dan más. Me voy solo. Cuanto más me acerco al punto indicado en el mapa, más gente disfrazada encuentro.. Paro un rato en un bar para una caipiriña y sigo. No escucho música y la mayoría de la gente va en la dirección opuesta a la mía. Incluyendo dos minas. Pero tremendas minas. Ambas medio desnudas. La pelirroja tiene una gorra de policía, la morena tiene dos tiras de cinta negra que se cruzan formando una X sobre ambos pezones cubriéndolos apena. Cruzo las miradas de las dos. Rápido pero intenso. Pelotudo, podrías haberle preguntado por lo menos dónde carajo tenemos que ir. Sigue un grupo de chicos, uno está vestido de bailarín con un tutú rojo y lunares blancos. No me queda otra que preguntar a ellos si no, acá seguiría dando vueltas. Ah bueno las hermosas desnudas las dejamos ir así y nos paramos a hablar con los bailarines en tutú. ¿Quién está al mando de esta operación? ¿Un mono borracho? “Hola chicos, dónde está el bloco? Where is the bloco?” “Acabou” “Qué?” “Finished. But you can go with us. Otro bloco no centro” “Sí, vamos” “Yes we are waiting girls” me dice indicando a las dos de antes que están sacando plata del cajero automático. Que suerte, boludo. Con los chicxs nos llevamos bien de una, aunque la comunicación es difícil porque pocxs hablan inglés y el español lo hablamos mal tanto yo como ellxs. Las chicas son súper buena onda, para nada altaneras, a pesar de que son dos potras. Tomamos el metro y llegamos al centro justo antes de que oscurezca. Ofrezco caipiriña a todxs para festejar. Mientras nos adentramos en la fiesta, las chicas empiezan a tocarse las tetas y a besarse. La puta que las parió. Las miro, divertido,  hasta que una de las dos me pregunta si quiero sumarme a la fiesta. ¡¿Cómo?! Acepto. Otra caipirinha, gracias. Aquí la sirven en vasos muy anchos de casi un litro cada uno. Zarpado. Azúcar y limón atenúan la cachaça. Los tragos bajan que es una maravilla. Ya llegamos al bloque. Estamos de nuevo en juego. Qué locura.

Ya está muy oscuro. Estoy en la cuarta o quinta caipiriña y el alcohol se viene con todo. Mi vista se nubla poco a poco. El escenario oscuro se vuelve cada vez más matizado y confuso. Hasta el black out. 

Mi cerebro vuelve a encenderse mientras estoy vomitando hasta mi alma, apoyado en un árbol. Alguien me dice algo en portugués. No lo entiendo. Lo doy todo. Comprometido en volver a la cancha. Me seco los ojos y trato de localizar a mi grupo. Pero no. Es un quilombo acá. Hay demasiada gente y no hay rastro de las dos hermosas, ni del tutú rojo, ni de los demás. Dale boludo, ya está, vámonos a casa. Me meto en el primer taxi que encuentro y le doy la dirección. Estoy roto. Otro black out.

Siento una mano que me toca al costado. Estoy durmiendo, más o menos acostado. No sé donde. La mano vuelve a molestarme con más intensidad. Abro los ojos y veo el techo del taxi. Ay, la concha de mi madre. Soy un imbécil que me quedo dormido acá. De pronto me levanto y doy un suspiro de alivio al reconocer la avenida de Copacabana donde queda nuestro departamento. El taxista, solamente,me estaba despertando porque ya hemos llegado. ¿Órganos todos en orden? Sí. ¿Plata? También. Excelente. Lo pago y lo agradezco más de una vez antes de regresar a casa. Donk está durmiendo en la hamaca. Alessandro en vez es todo serio en frente de la compu. Dice que está trabajando. No sé qué carajo estará haciendo, pero estoy demasiado en pedo para formular una frase completa. Me tiro a la cama. Hoy también lo di todo.

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