China (Parte 2)
China (Parte 2)

China (Parte 2)

Flash 5. Karen, la periodista filipina en Beijing que me contaba sobre cuando vivía en Nueva York. Ella vio la ciudad antes y después del 11 de septiembre. Luego me dio buenos consejos para escribir. Fue una cita tremendamente interesante. Pero me heló la sangre unos segundos después que acabamos. “Tengo que confesarte algo”. En esos cinco segundos miles de escenarios se me cruzaron por la cabeza, ya irremediablemente jodida por las paranoias, después de todos esos Lady Boy vistos en Tailandia. ‘Por favor, díganme que no tiene la pija’ decía un borracho de mierda en la barra de mi cerebelo. Mientras que otro le hacía notar que nos habríamos dado cuenta si hubiera tenido una poronga por ahí. “Decime!” “Tengo 51 años, no 47”. ¡A la mierda! Que carajo me importa la edad.

Flash 6. Yù que mojaba el pato a la pekinesa en el chocolate y me decía que la cocina china es mejor que la italiana. Vete a la mierda, de nuevo.

Flash 7. Estoy desayunando solo, ni siquiera recuerdo bien dónde, lo que pasa es que cuando vuelvo del buffet, encuentro una pareja de ancianxs chinxs de unos sesenta o setenta años. Trato de explicarle que esa es mi mesa, pero nada. No hay comunicación. A decir verdad, ni siquiera me miran. Al final, sin tener alternativa, me siento y como con ellxs. Durante diez interminables minutos comemos cada unx concentradx en su propio plato. Con la cabeza baja. En estricto silencio. Sin hablar ni una palabra. Ni siquiera una mirada rápida. Hasta que el señor frente de mí levanta la cabeza y saca un eructo magistral. Y si dale, a la mierda todxs.

“¡OH BRO, AQUÍ ESTAMOS YENDO EN LA DIRECCIÓN OPUESTA!” La película se para bruscamente al escuchar la voz agitada y ansiosa de Mario. ¿Estará flashando? Parece que no. Los escenarios fuera de la ventana se están repitiendo uno tras otro. Pero ¿cómo es posible? Bajamos y pedimos información. ¿Para el aeropuerto? Cambiamos de vía y subimos a otro tren en dirección contraria. Las paradas comienzan a fluir de nuevo en la dirección correcta. Cada vez falta menos al aeropuerto, cuando de repente, el subte se da vuelta de nuevo. La concha de su madre, esto es una pesadilla. Si nos equivocamos de nuevo perdemos el vuelo. Bajamos del metro y pedimos ayuda a cualquiera pero ya no hay nadie que hable inglés. El tiempo pasa. Por fin un chico para y nos explica la situación. La dirección es correcta: aeropuerto. Pero sólo un metro cada media hora va hasta allá, los otros se dan vuelta antes. ¿Y cómo sabemos cuál es la correcta? Lo anuncian en el altavoz en chino. Puta madre, estamos en la mierda. Falta una hora y cuarenta cinco para el vuelo. Me tomo cinco segundos para pensar y luego miro Mario a los ojos “TAXI SI O SI. CORREMOS”. Nos precipitamos en la calle y detenemos uno en medio de la carretera. “¡AIRPORT! ¡FAST!” Inconscientemente mi mano derecha se esta moviendo repetitivamente por delante y por atrás, como si estuviera llamando a la pelota en profundidad. El chino entiende y arranca con todo.

Falta una hora y veinte cuando llegamos al gigantesco aeropuerto de Shanghái y empezamos a la desesperada búsqueda del check-in. En los monitores no hay rastro de ‘Roma’ y el personal nos envía primero al sector K y luego al sector D. De pasada reconozco el logo de nuestra compañía, el monitor del mostrador de facturación dice “Boston”. Voy a preguntar de todos modos. Ahora estamos desesperados. “Banco T23-29”. Lo tenemos. Mientras nos dirigimos hacia el nuevo destino, hago justo a tiempo para leer de nuevo el monitor de “Boston”. Y aquí es donde se me hiela la sangre. “El check in cierra una hora y media antes del embarque”. Falta una hora y seis minutos. La concha de su madre. Perdimos un vuelo intercontinental así. No te lo puedo creer boludo. Cuando llegamos a la zona T. Inmediatamente con los ojos busco la misma pantalla. Busco un milagro, sin esperarmelo. Un centro desesperado y un gol sucio en tiempo de descuento. “Hong Kong. El check-in cierra una hora antes del vuelo”. VAMOOO PAPAAA. Tiramos un suspiro de alivio gigantesco. Claro Hong Kong. Hacemos escala en Hong Kong. Puta madre me había olvidado por completo. Buscábamos ‘Roma’ como dos pelotudos, claro que no encontrábamos nada. Hong Kong, vuelo doméstico. Por eso el check-in cierra una hora antes y no una hora y media antes. Listo Mario, volvemos a casa.