Mexico
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QUINTANA ROO

La concha de mi madre, está lleno de gringos acá. Escucho hablar más inglés que español. El hostal debería estar a diez minutos de la estación. Me encamino. El sol está cayendo, pero sigue pegando fuerte. Al cruce pasan dos camionetas de la policía, con dos policías delante y dos en el cajón, pues una de la marina, con cuatro personas y una ametralladora fija atrás, y hay más. No lo puedo creer. Dos camionetas del ejército, con más o menos diez soldadxs en la parte posterior. Casi todxs llevan ametralladoras de asalto. La puta madre. Por suerte Tulum era la capital hippie de la costa maya. Hace un calor insoportable, tengo que cortarme el pelo ya. NI siquiera dejé las maletas, entro en el primer barbero que encuentro. Me siento y empiezo a mirar en el espejo la valija y la mochila atrás. Pues me miro. Estoy re cansado. Me fui de Medellín esta mañana, el vuelo, pues el micro de Cancún hasta acá, pero no es eso. Ya me acostumbré a los vuelos, los otros transportes, al cambio climático y todo lo demás. Es un cansancio psicológico, más que físico.

¿Cuánto tiempo es que viajás boludo? Dos años. No che, más, casi dos años y medio. Qué hijo de puta. Dos años y medio boludo, ¿te das cuenta? Parece que fue ayer que nos fuimos.

Qué lindo, los monos en mi cabeza siguen vivos. Hace rato que no los escuchaba. La verdad, no estoy cansado, estoy terminado. Estoy en el minuto 120 de un partido tremendo y el árbitro está dando cuatro más. México va a ser la última etapa. Puedo hacerlo. Vamos carajo.

CHICHEN ITZA

Fue ella a convencerme de venir a México. Chichen Itza. Y ahora estoy acá, frente a la pirámide de Kukulkán. Estoicamente está de pie desde hace mil años. Muy a menudo, atrapadxs por el egocentrismo moderno, nos olvidamos lo insignificantes que somos ante la historia de la humanidad. Para mí, estas maravillas sirven para recordárnoslo. La guía nos explica que el templo es un verdadero calendario viviente. Contando 91 escalones por cuatro lados, más el techo, se obtienen 365 que son los días del calendario maya, así como del nuestro. Tres seis cinco para mí es también el número de la Diosa. Si no fuera por la sociedad de apuestas Bet365, no habría ninguna vuelta al mundo y vos, no estarías leyendo esta poronga de blog. Volviendo al templo, durante los equinoccios, un efecto de sombra particular muestra una serpiente moviéndose por las escaleras. Es la divinidad de la serpiente emplumada. Lo que me sorprende aún más es la acústica. Lastimosamente, ya no se puede subir más la pirámide. Parece que al pisar los escalones se podía escuchar un sonido parecido a lo de la lluvia. La guía pero todavía puede revelarnos el otro efecto sonoro. Empieza a dar palmas y el templo nos devuelve un sonido idéntico al canto del quetzal, pájaro colorido y ave sagrado de los mayas. Es increíble.

CENOTE ENCANTADO

“Mira que aquí hay cocodrilos” me dice Flo en broma, mientras que ella, Federico y yo nos bañamos en el cenote. Son cordobeses y les encanta que hable con un acento tan argentino. A mí me parece un sueño que me llamen “tano” y que pueda hablar argento. Por unos momentos me siento como si hubiera vuelto a Buenos Aires. Hace casi un año que me fui. Un año de exilio. Qué locura. Ya es una obsesión la mía. Y esta vuelta al mundo se parece cada vez más a una odisea en espera de volver a casa.

Después de tantos baños y otros tantos chapuzones, subimos a un palafito de madera desde donde se puede admirar el atardecer y el cenote desde arriba. Y justo ahora, la espalda de un cocodrilo emerge apena del agua, a diez metros de donde estábamos nadando hace un rato. Mierda. Sólo la espalda será un metro y medio, con la cabeza y la cola podría llegar tranquilamente a tres metros de largo. Nos quedamos lxs tres mirándolo sin palabras hasta que Flo dice “yo te dije que había un cocodrilo”.